Hace poco, después de mucho tiempo, volví a ir a
El sabor, en sí, era bueno tanto de las costillas como de los camotes (aunq aquí creo q la papa frita estaba de más). No es barato, digamos que el precio hace honor a la porción, pero la verdad no acostumbro comer por dos –eso se lo dejo a mi prima encinta–, x lo q no volvería (acabo de recordar por qué pasó tanto tiempo desde mi anterior visita…).
Ah! olvidé el incidente de que cuando nos quisimos pasar de la terraza al salón, el mozo no quería! Nos dijo primero que no se podía, yo fui a buscar un sitio y luego no le quedo otra que pasar nuestro menaje para allá. Habrase visto… se supone q pagamos para sentarnos en donde queremos ¬.¬’
Si sigo, también acotaré que no hay suficientes estacionamientos, por lo que tuvimos que cuadrarnos en la puerta de uno de los edificios del costado (eso sí, con permiso de su portero que por una módica propina se ofreció a cuidarnos el carro). Otra cosa, para el tipo de sitio que se supone que es, tampoco cuenta en la puerta con un(a) anfitrión(a), por lo que un extraño no tiene ni idea de a dónde dirigirse con exactitud ni bien entra.
Con respecto a la carta, ésta es variada y podemos encontrar desde anticuchos hasta filete mignon. Pero eso sí, cuidado, ya que uno de mis patas, aventurándose a probar algo más exótico y diferente, se pidió un pollo en salsa de miel y la verdad se equivocó ya que, a ciencia cierta, ésta no es de las especialidades del restaurante, y no tenía el adecuado cruce entre lo salado y dulce. Si a eso le añadimos el tamaño (una fuente!) resultaba largamente empalagoso -.-‘.
Creo que si alguien quiere degustar un agradable pollo a la brasa o a la leña, éste podría ser uno de los sitios más indicado (mi amiga se pidió uno y para qué, no era malo) pero de verdad, aquí no se arriesguen a ordenar lo que no sea especialidad de la casa, ya que, lo más probable, es que como yo, posiblemente no regresen.